Calidad y entretenimiento
Llevamos ya al menos tres semanas discutiendo en los foros de Los Espejos de la Rueda la situación que se está dando actualmente en el mercado de la fantasía en España, se ha hablado de muchísimos temas interesantes, pero quería detenerme un poco en uno de los temas a los que últimamente está tendiendo la discusión: la calidad subjetiva de las obras de fantasía que se publican frente al entretenimiento que proporcionan, porque me da la sensación que parece que para algunos lectores de género (o por lo menos algunos de los que han participado) a veces esos dos temas parecen contradictorios. No pretendo, por supuesto, hacer juicios de valor sobre los gustos de otras personas, si que quería dar mi opinión sobre ese asunto y proporcionar el baremo con el que yo suelo regirme a la hora de valorar lo que un libro me proporciona.
Cuando leo una novela o serie de fantasía yo busco sobre todo la calidad en la obra, pero cuando digo calidad no me estoy refiriendo a la calidad literaria, hay muchas formas de valorar la calidad de una novela, el estilo, la estructura, el desarrollo de personajes, la historia que cuenta influyen a la hora de valorar la calidad de una novela pero la trama normalmente para mi suele ser el último escalón en esa valoración, con esto digo que a mi la mayoría, por no decir siempre, de las veces no me importa lo que me cuenten sino como me lo cuenten.
Para mí en fantasía épica últimamente ha cobrado un valor muy importante la innovación frente a otros muchos factores. ¿Por qué por ejemplo me gusta más la serie de Erikson que la de Martin o Bakker por ejemplo?. Muy sencillo, porque de esos tres autores que cito es el que más ha innovado en mi opinión, en todos los aspectos además. Tomemos por ejemplo el caso particular de Martin y su serie de Canción de Hielo y Fuego y que tenemos como puntos novedosos, simplificando mucho:
1 - Desarrollo complejo de personajes, personajes ambiguos.
2 - Estructura de Puntos de vista.
3 - Es implacable con los protagonistas.
Estos componentes de la novela de Martin pueden resultar novedosos para el aficionado a fantasía, pero es que Martin no ha hecho más que trasladar los elementos de la novela histórica a la fantasía, los autores de novela histórica están más que acostumbrados a usar estos elementos en sus obras. Bajo mi punto de vista, Martin no ha innovado apenas nada en el género, no tiene una voz propia si se compara con autores de novela histórica, incluso, a poco que se escarbe un poco en el género de fantasía aparecen autores que ya hacían lo que Martin hace ahora, tal vez no de una manera tan elaborada, pero las bases están ahí, Robert Jordan ya utilizaba los puntos de vista en su serie La Rueda del Tiempo, incluso modificando el estilo del capítulo para amoldarse al personaje, vale, no es tan directo como para titular el capítulo como el nombre del personaje del que trata, en ciencia ficción, Stephen R. Donalson, ya uso la técnica de puntos de vista, incluso usando los nombres de personajes para los capítulos en su serie The Gap. Y Robbin Hobb con su serie del Vatídico ya introducía varios años antes que Martin muchos de los elementos que aparecen en Canción; evidentemente dentro del género de fantasía es un autor único, pero no el mejor. Evidentemente no quiero dar a entender, aunque pueda parecerlo que no me gusta Martin, solo digo que a medida que se van intercalando más lecturas y más géneros se empiezan a ver con nuevos ojos los elementos que en otra situación podrían destacar, Martin desde luego todavía me parece un buen autor, pero no el mejor del género. Es evidente que Martin tiene calidad y utiliza técnicas que están sobradamente probadas y que sirven para atraer al público, seria útil saber como se comportan estas novelas dentro del género de novela histórica, porque estoy seguro que podemos llevarnos una sorpresa por lo bien que se venden o venderían. El problema es que el género de la fantasía épica está tan trillado y parece tan cerrado que aparece una voz como Martin e inmediatamente se le sube a los altares como si fuese el parangón de la fantasía. Tened en cuenta que yo empecé a leer Canción en el año 2000 en un periodo de desencanto con la fantasía que se estaba publicando en España en ese momento, no había leído tampoco demasiada novela histórica, y evidentemente me pareció la releche como escritor, Martin me ofrecía algo que muy pocos autores del género habían conseguido proporcionarme. Pero después descubrí que no me daba lo que yo realmente necesito y lo que el género además necesita, que son ideas nuevas, olvidarse de los clichés (incluso aunque los use), separarse de la estructura Tolkienana y medieval de la historia, en definitiva crear algo nuevo, hacer algo que nunca se haya hecho antes y sentar un precedente, que creo que bajo mi punto de vista, Martin no ha hecho.
Ahora pasemos al caso de Erikson. Este autor parte de elementos estándares de la fantasía épica, elementos que todos los que hemos empezado a leer fantasía, ya sea por franquicia o por novelas antiguas de autores como Fritz Leiber, Michael Moorckock o Robert E. Howard nos hemos encontrado alguna vez: El elegido, la espada mágica come almas, el bárbaro invencible las ciudades plagadas de gremios de magos y ladrones que todos hemos aprendido a asociar con lo "típico" pero lo usa para jugar con el lector, para experimentar con los arquetipos y intentar llevarlos a situaciones nunca vistas en el género. Cuando leí por primera vez Gardens of the Moon, la sensación que me producía su lectura era como si estuviese leyendo los clásicos del género, la ciudad de Darujhistan era como volver a Lanhkmar con las disputas entre ladrones, el combate de ladrones sobre los tejados de la ciudad, ¡Era como leer de nuevo a Fritz Leiber!, cuando por primera vez aparece Anomander Rake piensas, ¡Joder, si este es Elric!, ¡Si hasta tiene a Stormbringer!, ese sentido de la maravilla que se consigue incluso te sorprende más cuando hacia el tercer libro se descubre el origen de la espada o cuando en el primer libro se describe lo que hace el arma.
La aproximación de Erikson a la serie sería bastante convencional si no se dedicase a desvirtuar constantemente los estándares del género, establece las bases y luego se ríe del lector dándoles la vuelta a la situación. Eso es lo genial de Erikson, y curiosamente es una de las quejas más boceadas por los detractores, que lleve la narración por caminos trillados o por una senda aparentemente conocida o previsible y que al final de la historia todo suceda de forma contraría a lo que el lector espera, convirtiendo, por ejemplo una situación esperada de clímax en un anticlímax que te deja sentado en la silla o destrozando a mediada que avanza la trama las ideas preconcebidas sobre su mundo. Y eso entronca con otro de los elementos claves de las novelas de Erikson y que lo separa de lo convencional: su estructura. Cuando se cuenta una historia, ya sea en una sola novela, se nos tiene acostumbrados a estructurarlas con una idea de comienzo, nudo y desenlace. Eso es lo que todo el mundo espera en un libro. Precisamente esta estructura preconcebida es la que hecha para atrás o la que provoca más críticas entre lectores, ¿Por que en el segundo libro me cambias a todos los personajes a los que ya me había acostumbrado en el primero?. Pues porque a Erikson le da la gana de contar así su serie. De lo que los lectores no parecen darse cuenta es de que Erikson está intentando crear una trama partiendo de distintas hebras interconectadas pero separadas y que las hebras no se producen de forma cronológica, sino que todo puede suceder de forma concurrente y que necesita saltar entre personajes y a veces volver atrás y contar el comienzo o empezar por la mitad, y que esa forma de contarla ayuda a producir el efecto de asombro que se necesita para la serie, ¿Acaso la película memento sería igual de buena si la contaran desde el final hacia el principio?. Pues igual. No se puede criticar a un autor por no darte lo que tú quieres, el lector tiene que plegarse a la voluntad del autor y a la estructura de la historia y no al revés. El caso de Erikson es también un ejemplo de que la calidad de una novela no se mide solamente por lo bien que está escrita, yo siempre he dicho que no considero a Erikson un "buen" escritor, un estilista, pero esas carencias en el lenguaje es capaz de compensarlas con una forma nueva a la hora de contar la historia o incluso el estilo directo y moderno de enfrentarse al elemento fantástico. Hablaba antes de Martin, y me quejaba de la ambientación medieval de sus novelas. La serie de Erikson se separa también de esta ambientación genérica de la fantasía, a lo mejor no en las descripciones del mundo, pero desde luego si en las situaciones en las que sitúa a sus personajes, por ejemplo, las descripciones de las batallas o el comportamiento de sus soldados están muy lejos de las localizaciones medievales al uso. Erikson utiliza una aproximación moderna a la hora de acercarse al soldado, casi como si estuviese mostrándonos un regimiento de marines americanos en una campaña moderna en Vietnam o Oriente medio, si hasta hay una unidad de zapadores, las reglas de la guerra en los libros de Erikson se modifican completamente, nada de aceite hirviendo cayendo desde las murallas, o un ariete aporreando la puerta de entrada a una fortaleza, una buena carga de detonación y a abrir brechas (y eso por no hablar de la utilización de magos en la guerra) , los soldados tienen motes, por ejemplo, y se comportan siempre según su nombre, se ha comentado muchas veces la similitud de los soldados de Erikson difíciles de diferenciar unos de otros, pero te llevas sorpresas mayúsculas cuando releyendo los libros te das cuenta de que el soldado "Limp" siempre aparece en algún momento en alguno de los libros con una pierna rota, o cuando "Blend" en el tercer libro tiene la cualidad de "desaparecer" constantemente y sorprender al resto del regimiento. Son detalles de ese tipo los que enriquecen una serie y te hacen pensar que no todo es tan simple como parece.
Y Bakker, Bakker es tan tan parecido a Martin que me sorprende que haya recibido una acogida tan tibia dentro del género, de los autores que actualmente se están publicando en España es el más cercano a estilo y estructura. Su novela también sigue una estructura de novela histórica, ¡Demonios!, es una recreación de las cruzadas en clave de fantasía y los personajes son tan complejos como los de Martin. Bakker utiliza también elementos filosóficos para enriquecer el género, y eso lo digo en un sentido muy positivo, si en la ciencia ficción se utiliza el elemento especulativo, el elemento social para enriquecer el género, de forma que las historias no son solo combates entre naves espaciales. A lo mejor lo más parecido en fantasía a la ciencia ficción de ese tipo es precisamente lo que Bakker está intentando hacer, introducir el pensamiento filosófico o ideas políticas actuales dentro del género, que Martin creo que también hace, pero me parece que de una manera menos directa a la de Bakker. En ese sentido creo que Bakker también está innovando en el género de la fantasía épica y por eso pienso que es superior a Martin, Martin por supuesto tiene el efecto adicción, y los momentos de teleserie, pero creo que le falta el elemento "serio" del que Bakker hace uso en su serie.
Por eso digo que últimamente prefiero más la innovación a la historia o a los personajes, y por eso imagino que en los últimos meses me he decantado más por la literatura "rara" de fantasía que por las novelas convencionales. Imagino que esa es la razón principal por la que me apasiona Vellum de Duncan, porque aunque la trama sea "casi" incomprensible, por lo menos hasta que se ha terminado y se empieza a mirar en conjunto, el estilo, la estructura de la historia es tan tan distinto a lo que ya he leído que no hay más remedio que rendirse a la evidencia de que la novela es brillante. Recientemente en una entrevista a Hal Duncan, el autor describía su novela como fantasía cubista, y también como un modelo 3D; intentaba explicar las similitudes con su novela diciendo que era precisamente el efecto que quería conseguir cuando se leían los distintos pasajes de la historia. En relación a ese modelo 3D indicaba, y cito, que en Vellum además de el tiempo lineal de pasado, presente y futuro que conocemos, también existen mundos paralelos lado a lado y realidades arriba y abajo que funcionan de forma completamente diferente. En términos de la historia, la misma comienza en el principio y va en línea recta hasta el final (El tiempo “frontal” que conocemos). Pero una historia, el mito del descenso de Inanna al inframundo, por ejemplo, tiene también variaciones – en una versión Inanna tiene un único salvador, en otra hay dos. Así que esa esas son tus realidades paralelas, tu tiempo lateral. Y a lo largo de las generaciones las historias se recuentan, las revisiones se sitúan encima de las anteriores como estratos sedimentarios (la entrevista completa se encuentra en los foros de wotmania, los que quieran tener una idea aproximada de lo que es Vellum pueden echarle un vistazo).
A veces la innovación, sobre todo aquí en España donde no estamos acostumbrados a que las editoriales se salgan del camino marcado, no consiste en buscar solo ideas originales o en cambiar la estructura o el estilo de la historia buscando nuevos modos de contarla. A veces cambiando la ambientación es más que suficiente, modernizar la narración como en el caso de Erikson puede ser un ejemplo, pero hay muchos otros, por ejemplo un terreno apenas inexplorado por las editoriales españolas es la fantasía urbana, y si, se que a Neil Gaiman se le publica por aquí, y que Gaiman escribe principalmente fantasía urbana. Pero se necesitan elementos nuevos, autores nuevos que exploren el género incluso mejor de lo que lo hace Gaiman, y no me refiero a Jim Butcher o Simon R. Green, los dos escriben tramas detectivescas con elementos sobrenaturales, y si, son como dice la portada de Tormenta números uno del New York Times... Cuándo se darán cuenta esas editoriales que mientras esos libros se publiquen con portada de género y usando la publicidad inexistente de género, de poco sirven esas coletillas; esa no es la fantasía urbana a la que me refiero; no, Charles de Lint, o Jeffrey Ford son buenos ejemplos de autores que exploran junto a Gaiman el elemento fantástico contemporáneo (una pena que salden El país pequeño, flaco favor se le hace a un autor dándonos a conocer una obra primeriza de un autor todavía sin curtir en lugar de probar con inéditos como Someplace to be Flying, The Onion Girl o Forests of the Heart, porque es que a veces parece como si las editoriales lo hicieran a posta: de Jeff Vandermaar se publica Veniss soterrada en lugar de The City of Saint and Madmen una de las obras más alabadas de ese autor, vale es una colección de historias interrelacionadas, no una novela como Veniss, pero es mucho más representativo). La mezcla de fantasía y ciencia ficción al estilo de Stover en Heroes Die o en Blade of Tyshalle es otro ejemplo de innovación usando las herramientas clásicas de franquicia. Demasiados, demasiados caminos inexplorados, y es verdaderamente una pena.
Y ya se que me repito más que el ajo, pero en España necesitamos más novelas auto conclusivas, porque a nivel comercial son mucho mas productivas y más lógico además, por qué buscar el éxito de ventas con una serie que al final puede resultar cancelada en lugar de publicar una novela independiente. Novelas tipo Bridge of Birds o una novela, que aunque pertenezca a una serie sea en si misma auto contenida, pienso en este caso en "Heroes Die" o en Lies of Locke Lamora, al final esas novelas son mucho más satisfactorias que las novelas en serie, por lo menos para mi, he disfrutado más con Pequeño, Grande, Bridge of Birds o Locke Labora como libro independiente que con cualquier libro de Martin, Erikson o Bakker. Además, y ya lo he dicho alguna vez, si la serie resultase cancelada por lo menos el lector no se siente estafado al no conocer el final.
Y como no, a veces se puede disfrutar con una novela solamente por la diversión que proporciona, este es el caso de The Lies of Locke Lamora una novela que nunca pondré por encima de Vellum, o Príncipe de Nada o la serie Malazan, pero que proporciona posiblemente elementos de entretenimiento que las otras no producen. El personaje de Locke Lamora cumple en esta novela el papel de un icono popular. Como un ejemplo más o menos similar basta con nombrar películas recientes que se han convertido en iconos de la cultura popular. Leer a The Lies of Locke Lamora es como ver una de las películas de Indiana Jones, Regreso al Futuro o La Guerra de las Galaxias. Locke Lamora es Indiana Jones, Han Solo, Marty McFly... Jack Sparrow y el lector no puede evitar, al cerrar el libro, mostrar la misma sonrisilla idiota que al salir de la proyección o sentir esa sensación de hormigueo que no se producen más que con esas películas. Vale, no son obras maestras, pero sintonizan con el espectador/lector de una forma que muchas obras maestras no conseguirán nunca.
Es esta cualidad del personaje, esa sensación de estar contemplando a una estrella la que hace que esta novela se disfrute como ninguna. Y además pueden darse otros efectos positivos, esto ya dentro del género, Locke Lamora es una novela que abre puertas, que digo de abrir puertas, ¡Rompe los muros del género!. Es una novela que bien aprovechada puede convertirse en una revolución en el género, porque Locke es aventura pura, pero cimentada en el género como pocas. Porque Locke Lamora se levanta sobre gigantes: Fritz Leiber, Alejandro Dumas, Ursula Le Guin, George R.R. Martin ... Un libro como este bien aprovechado por las editoriales puede ser un autentico boom, una campaña adecuada podría generar un nuevo Harry Potter, pero esta vez dentro del género no como novela infantil juvenil que también leen adultos. El comentario puede ser exagerado, pero la novela, de verdad, tiene el potencial para provocar cambios, aunque solo sea un best seller visto desde fuera y todo se quede igual dentro.
Para terminar con todo este rollo que estoy largando solo decir que se debería mirar más hacia fuera, ver lo que hay disponible y pensar que hay mucho mucho por explorar aun en la fantasía y que aunque se puede estar satisfecho con lo que se nos ofrece porque se nos da lo que queremos (aunque yo no lo creo), todavía se nos puede dar aun más, y se puede experimentar. La fantasía no esta muerta o estancada, por lo menos no ahí fuera. No todo son dragones, elfos y magos.