Fantasía en español y porque apenas la leo
Hola, ¿Cuanto tiempo verdad?.
Voy a recomenzar la actualización de este blog con una entrada ligerita en preparación a otra un poco más larga con unas cuantas reseñas de los últimos libros que he leído (The Lions of Al-Rassan, The Briar King/The Charnel Prince, Vellum, Gloriana, Heroes Die, Blade of Tyshalle, lo tengo a medio redactar...), volviendo la vista atrás y revisando mis lecturas de fantasía de los últimos meses me doy cuenta de que últimamente apenas leo sagas, aparte de las que vienen muy bien recomendadas (Canción de hielo y fuego, Malaz o El príncipe de nada), la mayoría de mis lecturas han sido novelas independientes, y como tales, aunque sí son de fantasía no suelen ser de temática épica.
Y la verdad es que estoy muy satisfecho con la calidad encontrada, tanto que me estoy planteando seriamente el abandonar definitivamente la lectura de sagas, y esta idea es la que enlaza directamente con el título de la entrada, ¿Por qué apenas leo fantasía en español? (Que no fantasía de españoles, son cosas muy distintas). Pues precisamente por eso, porque me siento más cómodo leyendo libros independientes y además porque después de llevar unos cuantos de este tipo de libros leídos me doy cuenta que aplastan a cualquier libro perteneciente a saga casi a todos los niveles, y claro, aquí en España parece que este tipo de novelas brillan por su ausencia, salvo Bibliópolis, la gran salvadora porque parece que es la única que se atreve con este tipo de novelas, el resto de editoriales parece que solo entienden de sagas cuando se trata de fantasía (de Minotauro no hablo, porque aparte de ser una editorial básicamente de ciencia ficción, en los últimos tiempos estoy bastante desencantado con ellos, títulos de autores españoles aparte, la calidad de sus publicaciones a bajado bastante desde su compra por Planeta.
Volviendo al tema del post, ¿Por que estas otras editoriales solo publican sagas?. La verdad es que en lo que se refiere a cuestiones de mercado la tendencia parece bastante incomprensible, publicar una saga de n-libros supone un riesgo para la editorial, ya que si el primer libro no funciona, el caso más reciente lo tenemos con Malaz, obliga a abandonar la serie con el comprensible cabreo del personal y el riesgo de perder clientes. Publicando libros independientes, este riesgo se elimina, si un libro no funciona, pues mala suerte, pero por lo menos el lector no se siente estafado ya que la historia que ha leído por lo menos finaliza. ¿Por qué las editoriales continúan entonces publicando sagas?... Podría ser por esa manía que tienen algunos lectores de no querer abandonar a sus personajes favoritos, creo que cuando se pierde el sentido de la historia que se cuenta y se empieza a leer por continuar con un personaje, como si de un culebrón venezolano se tratase, es cuando nos encontramos con el problema. Y yo lo reconozco, cuando tenia quince años y devoraba los libros de Dragonlance (todo el mundo parece que tiene una franquicia con la que empezó, y la mía fue esa), adoraba a los personajes, quería leer más sobre Raistlin o Caramon o cualquier otro personaje de La Lanza, pero claro, uno se hace mayor y el destino de sus personajes favoritos empieza a importarle un pimiento, o a lo mejor es que al final he cambiado mi gusto por las novelas de personajes (aunque sigo disfrutando de una buena novela de ese tipo) y ahora me decanto más por las novelas con una trama trabajada, o que entiendo que cuando se de un personaje se ha contado todo lo que importa contar, y eso suele ser en la última página de su primera trilogía es mejor abandonarlo y seguir con otra cosa. Creo que el problema de que las editoriales españolas publiquen sagas es en parte culpa nuestra también, no se quiere abandonar un mundo con el que el lector se siente cómodo.
He leído en muchos foros, y parece que es la idea general, que para poder escribir una buena novela de fantasía se necesita que sea una saga, que la mayoría son sagas porque el autor necesita muchas páginas para dotar a su mundo de consistencia, y que eso no se puede hacer en un libro de 300 páginas, pues me vais a perdonar que diga lo que pienso con todas las letras: G-I-L-I-P-O-L-L-E-C-E-S. Para describir un mundo consistente no se necesitan páginas, se necesita un escritor con talento, y nada más. ¿Acaso la ciudad de Nueva Crobuzon en La Estación de la calle perdido no está bien desarrollada?, ¿El mundo victoriano de "La muerte del nigromante" no recuerda acaso a las novelas de Conan Doyle?. Cuando leias dentro de poco "La ciudad grabada" os daréis fácilmente cuenta de que la ciudad parece viva. Y son libros independientes de como máximo 500 páginas, no forman parte de sagas de 1000 páginas por libro. Y aunque a España casi todo lo que llegan son sagas, uno solo tiene que leer los foros ingleses para darse cuenta de que no solo en ciencia ficción abundan las novelas independientes, ahora mismo puedo nombrar una decena de títulos muy buenos libros auto conclusivos sin apenas tener que pensarlos:
Bridge of Birds, Gloriana, Heroes Die, The Girl in the Glass, Someplace to be Flying, Wicked, City of Saint and Madmens, The Lions of Al-Rassan, A Sundial in a Grave: 1610,A Princess of Roumania
Hay grandes autores de fantasía que solo escriben novelas independientes, China Mieville, Jeff Vandermeer, Mary Gentle, Jeffrey Ford, Hal Duncan ..., y al año en el mercado anglosajón salen tantas novelas de fantasía, quizás más incluso, como sagas y n-alogías.
Quizás lo que se necesita es que el mercado español de la fantasía madure (el anglosajón ya lo hizo hace tiempo) y se coloque más o menos al mismo nivel que el de la ciencia ficción, pero para eso, creo que también es necesario que los lectores de fantasía "crezcan", dejen de sentirse a gusto en sus mundos de fantasía y tengan otras inquietudes, a los demás, siempre nos quedará Bibliópolis.
7 Comments:
Tienes muchísima razón. Las sagas venden, pero no porque la gente las prefiera. No es necesario escribir un millón de páginas, sino unas cuantas menos, pero decentes.
Lo que pasa es que si alguien lee 2 libros de una saga, probablemente leerá el resto. Y los comerciantes lo saben. A la mayoría de ellas les quitaría cientos de páginas que sobran, pero no me van a dejar hacerlo :P
Es por todo lo que explicas que nunca me he interesado seriamente en el leer fantasía: tantas sagas interminables me estresan.
Por eso se agradecen libros de 600 páginas autocontenidos, como por ejemplo Elantris de Brandon Sanderson (publicado recientemente por Ediciones B en su colección de ¡ciencia-ficción!) o el de Jonathan Strange y el señor Norrell, donde se demuestra que, si se tienen aptitudes, se puede desarrollar perfectamente un mundo complejo, rico y con un montón de personajes en un único tomo.
Por cierto, que bien que hayas vuelto a publicar cosas aquí ;-)
Bueno, lo primero de todo, me alegro mucho de que vuelvas a escribir por aquí, tengo bastantes ganas de leer tus apreciaciones de las novelas que mencionas.
En cuanto al tema de las sagas, es algo de lo que se ha hablado largo y tendido. El formato de saga permite, sobre todo, un desarrollo argumental y de personajes más minucioso. El problema es que para escribir una saga larga no sólo hay que ser buen escritor, hay que saber escribir sagas largas, y saber hacer que realmente cada libro aporte algo y no rellenarlas como un pavo.
Yo estoy algo cansado del tema de las sagas, y no es que vaya a abandonarlas, porque algunas como Canción (por razones obvias), Geralt o Malaz(por su mastodóntico mundo) me parecen perfectamente justificadas en su longitud (al menos de momento) y agradezo que sean sagas larga (dudo mucho que hubieran tenido éxito de otra forma), pero cuando llevas leídas tantas te vuelves más selectivo de puro cansancio (y de tener cosas más interesantes de leer) y pasas de leer las que piensas que van a ser más de lo mismo.
Aún así distinguiría las sagas largas de las duologías (Vellum mismo es una) o trilogías, suele ser un formato más interesante por su estructura presentación-nudo-desenlace. Ahí destacaría la trilogía del Principe de Nada (el primero me ha encantado) como además ejemplo de una fantasía épica que explora caminos diferentes.
Y sí, aquí se editan muy pocos libros que estén fuera de una saga, yo diría que se habrán quedado en la estacada durante estos años muchísimos títulos interesantes por no ser sagas. Menos mal que Bibliopolis lleva haciendo un intersantísimo repaso durante los últimos años, reparando esa deuda pendiente.
Tomaré como base unas palabras de Luis Alberto de Cuenca y de Manuel Muñiz Menendez, que creo son muy apropiadas al presente comentario:
"La Fantasía, que no se deja encerrar en una determinada época, ni comienza a reinar a partir de un momento dado. Nace cuando el hombre echó a andar en posición erguida, con unas dimensiones cerebrales inéditas hasta entonces y un sistema fisiológico suficiente para desarrollar la posibilidad del lenguaje". (ABCD cultural))
Borges ha identificado más de una vez la literatura en general con la literatura fantástica. Sin imaginación no existiría la escritura literaria. Tan fantásticos son Don Quijote o el doctor Robert Langdon como Nébulos o Infernos, personajes de la novela de Illán Vivas.
Pero no cabe duda, dice Luis Alberto de Cuenca, de que, por mucho que podamos tildar de fantástica a toda la literatura, la fantasía reside en unas obras con más insistencia y continuidad que en otras, en la medida en que la fantasía, o sea, “la facultad de la mente de representarse cosas inexistentes o alejadas de la realidad”, impere en ellas con un mayor o menor grado de absolutismo.
Lovecrarf decía que “siempre existirán personas que alimenten una enorme curiosidad por el desconocido espacio exterior y un ardiente deseo por escapar de la prisión de lo conocido y lo real, para vagar por regiones encantadas llenas de fantásticas posibilidades que sólo los sueños son capaces de concretar: bosques arcaicos, torres maravillosas, llameantes crepúsculos”.
¿En qué consiste el loco encanto de las letras fantásticas? Nos apunta el excelente poeta madrileño, De Cuenca, que decía Goya, en uno de sus Caprichos, que el sueño de la razón producía monstruos. De eso estamos seguros. Pero algunos- cada vez somos más- también estamos seguros de que necesitamos a esos monstruos a nuestro lado para que la pesadilla de la realidad no acabe sepultándonos en la infame tumba del adocenamiento cotidiano.
Necesitamos a Robert E. Howard, a C.S. Lewis, a J.R.R. Tolkien, a Michael Moorcock, a Lloyd Alexander, a Laura Gallego, a Francisco Javier Illán Vivas.
Porque todos ellos, con su fantasía, nos rescatan de la opresiva realidad.
¿Y quién es Francisco Javier Illán Vivas? En los medios de comunicación suelen adjetivarlo como “poeta”, y no les falta razón, pues ya ha publicado dos libros de poemas. Uno de ellos, Con paso lento, ha alcanzado una aceptación del público imprevista para un autor novel, vendiendo más que consagradísimos poetas regionales que todos podemos tener en mente y que, por respeto, no citaré.
Y, de su segundo libro de poemas, Dulce amargor, la tirada de 500 ejemplares se agotó prácticamente el mismo día de su presentación.
Pero Paco Illán también es un contador de cuentos, y eso lo saben sus compañeros y compañeras de la Asociación La Molineta Literaria, que disfrutan con sus relatos, casi siempre en la estela de Poe o Lovecrarf, y un ejemplo de su actividad literaria está en Con la pluma a cuestas: catorce escritores desde La Rioja, antología de relatos donde se recoge “La casa de mi madre”, un lovecrarftiano relato. ¿y qué puedo contaros de sus relatos más encaminados al público infantil o juvenil?
Aquí he de citar las palabras de L. Fran Baum, en autor de El Mago de Oz, quien nos comentaba que las las leyendas, los mitos y los cuentos de hadas han acompañado a la infancia en todas las épocas, porque cualquier mente sana siente un cariño instintito por los relatos fantásticos, maravillosos e irreales. Los seres alados de Grimm y de Andersen han llevado más alegría a nuestros corazones que cualquier otra creación humana.
Él decía que había llegado el momento para un nuevo tipo de “cuentos maravillosos”, pues el niño actual sólo busca entretenimiento en los “cuentos maravillosos” y prescinde con mucho gusto de cualquier incidente desagradable.
Creo que con ese pensamiento en mente escribe Paco Illán sus relatos, con la única intención de complacer a sus lectores. Cuentos de hadas modernizados, si me permitís, donde intenta mantener la alegría y la fantasía y se suprimen las penas y las pesadillas.
Y es un fantástico narrador, con la novela que se comenta en esta columna, de la cual tuve el privilegio de ser de los primeros lectores, y os puedo asegurar que es adictiva, en la pura diversión que comentaba al principio.
Quiero añadir unos comentarios, algunos de cartas que ha recibido, y que él me enseñó, no creo que a los citados moleste, si es así, pido perdon:
Luis Alberto de Cuenca, gran conocedor del mundo de la fantasía, ex Director General de Cultura del Ministerio de Cultura, ha dicho que su prosa es “divertida y encandilante” y que en su lectura pasó “unas horas agradabilísimas, disfruté mucho leyéndola”.
Carlos García Gual, de la Universidad Complutense de Madrid, ha dicho que “le parece sorprendente el repertorio de nombres y figuras, con sus referencias míticas de variados horizontes, y su estilo rápido”.
Juan Manuel de Prada, del ABC cultural, ha dicho que “es la digna obra de un buen escritor: por el trabajo que te ha llevado, que bien sé yo que es mucho más de lo que a simple vista puede parecer”.
Victorino Polo, de la Universidad de Murcia, dice que esta novela ha “sido una grata sorpresa”, cuya lectura le ocupó un fin de semana. Para él La Maldición está escrita “muy bien, lo que no es común en estos difíciles tiempos para la prosa”, además admira su “imaginación y el poder de construir historias: es un auténtico acierto”, desenvolviéndose “con gran soltura por los complejos mundos” que el autor ha elegido, y “el resultado no puede ser más satisfactorio”.
Al Catedrático de Literatura de la Universidad de Murcia le interesa “el trasfondo mítico y la imaginación desbordada en fantasía, así como la capacidad de contención” de la cual el autor hace gala.
En su comentario sobre la misma dice, finalmente, “aguardo con gran interés las dos próximas entregas que, a no dudarlo, estarán de plena realidad a la altura de la primera”.
Por último citaré a Manuel Cifo, comentarista de Ababol, de La Verdad, quien dijo que en esta novela tienen cabida la magia, la leyenda, la mitología, el amor y la lucha por los nobles ideales, en un mundo de héroes que nos hace recordar historias como las de Hércules o el rey Arturo, o espadas como Excalibur. Finaliza su comentario diciendo que el autor nos introduce así en un mundo de monstruos primitivos, brujos y espíritus malignos a los que sólo puede vencer la fuerza del bien y de las espadas empuñadas por auténticos héroes. El lenguaje lo califica como muy cuidado y su ritmo narrativo de vibrante.
Más en www.illanvivas.com
Manuel Leal Manzanera
Gracias, Manolo- Strohem:
Gracias por tus palabras.
Nébulos
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