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domingo, agosto 21, 2005

El glamour


Creo que ya conozco el truco de Christopher Priest, después de leer 4 o 5 libros de este autor uno se da cuenta de que la estructura de sus historias son siempre similares, Priest es un autor que le gusta jugar con la realidad. Con la realidad de sus historias tal y como las percibe el lector; así que siempre cuenta varias versiones de la misma y deja al lector que decida cual es la verdadera, o que parte de ellas son verdaderas y cuales son falsas, El glamour no es una excepción a esta regla.

Hay un fragmento en El prestigio que condensa muy bien el engaño de realidades con los que juega Priest, el extracto es como sigue:

El público bien sabe que un mago practicará sus trucos durante años, y ensayará cada número cuidadosamente, pero poca gente se dará cuenta de hasta que punto llega el prestidigitador con su deseo de engañar […]
La obsesión de Ching Ling Foo giraba en torno a una ilusión […] pueden pensar, y acertarán, que yo tengo el mío. El engaño gobierna mi vida, en cada decisión que tomo, regula cada uno de mis movimientos. Incluso ahora, mientras me embarco en la escritura de mis memorias, controla lo que puedo escribir y lo que no. He hablado de método como la exposición de unas manos aparentemente vacías, pero en realidad todo en este relato representa el andar cojo de un hombre en forma.


Porque es que es así, Priest es un mago y juega con ilusiones y con la realidad, y es tan bueno que a veces nos muestra la realidad tal como es, pero estamos tan metidos en el truco que la pasamos por alto y no la llegamos a ver. Y cuando llega el final del relato, y te sorprende, te dices a ti mismo, vaya si ha estado aquí todo el tiempo pero no lo he visto.

Y como Christopher Priest esta haciendo un juego de manos con la realidad, que mejor forma hacerlo que centrar la historia en la memoria y en los recuerdos. El glamour nos cuenta la historia de Richard Gray, al principio de la novela nos encontramos al protagonista en un hospital, recuperándose de un terrible accidente producido por la explosión de un coche bomba, la explosión aparte de las secuelas físicas a provocado una amnesia en Gray que le impide recordar los sucesos de unos meses atrás. Mientras Gray se recupera aparecerá en escena Susan Kewley, una antigua novia de Richard y de la que no se acuerda. A través de distintos puntos de vista relatados en primera persona asistiremos a los acontecimientos sucedidos en las semanas previas al accidente de Gray, y como en todas las novelas de Priest que hasta ahora he leído, las distintas historias aunque cuentan lo mismo en los acontecimientos clave, difieren en algunos detalles. Por ejemplo, en la versión de Gray, Susan y él se conocen durante un viaje a Francia, mientras que en la de Susan se conocieron en un Pub de Londres y nunca salieron del país.

Aparte de la percepción de la realidad a través de los recuerdos, en la novela de Priest también aparece el componente fantástico mediante lo que los protagonistas llaman El glamour, el glamour es una especie de nube o niebla con la que Susan pueden envolverse a voluntad para pasar desapercibido para el resto del mundo, como si fuese invisible. Es fabuloso, por cierto, la forma en la que Susan explica a Richard la invisibilidad ya que permite al lector involucrarse perfectamente en la situación y considerarla cierta:

Caminas por una concurrida calle comercial buscando a alguien a quien conoces. Supongamos que es una mujer. Montones de gente, todos desconocidos, pasan a tu lado. Los ves a todos, porque estás buscando a tu amiga. Examinas constantemente las caras, buscando la que reconocerás. Miras a los hombres, tanto como a las mujeres. Algunas de las caras te interesan, pero sólo algunas. Pasa el tiempo y empiezas a preguntarte si habrás visto a tu amiga. Sabes qué aspecto tiene, has estado ayer con ella, pero empiezas a preguntarte si serás capaz de distinguirla entre la multitud. Quizá se haya puesto ropa diferente. 0 se ha peinado de otra forma. Sigues mirando a la gente con más atención, ya no tan seguro de a quién buscas. Te fijas en una o dos mujeres que se parecen a tu amiga, y por un momento te dices que quizá no la hayas visto. Luego, por fin, aparece, y el problema ha acabado. Tiene exactamente el mismo aspecto de la última vez que la viste, y ahora que la has encontrado sólo tienes conciencia de tu alivio. Ahora ya no miras a nadie más, a pesar de que la multitud sigue pasando a tu lado.


Este tema de la invisibilidad conjuga además muy bien con el tema de la memoria, ya que es el que permite al lector cuestionarse la realidad, ya que nos puede hacer pensar que Susan es una desequilibrada mental, incluso en algún momento de la novela ella misma se lo pregunta. Hay que tener en cuenta que es precisamente la forma de relatar la historia en primera persona la que el lector no este nunca a gusto con ninguna de las versiones que se nos relata.

En todo buen truco lo principal es engañar al espectador, en este caso, engañar al lector, y para conseguirlo lo mejor es desviar la atención hacia lo superfluo, hacer florituras que nos mantengan atentos en lo que no es importante. O a lo mejor lo contrario, atraernos hacia lo que importa enseñar, las cartas, o las cajas y decir: mirar aquí está todo, a ver si sois tan listos como para verlo. Y eso es precisamente lo que Priest hace, y supongo que es por eso por lo que me gusta tanto este escritor, porque cuando leo una de sus historias me transformo en el niño que ve al mago y disfrutaré con el espectáculo, y cuando acabe me preguntaré, como todos, dónde esta el truco, pero ya no importará demasiado.